En Cuclillas

Hay una esquina por la que no me atrevo a pasar. Ya los ejércitos se cercan, las hordas (...)El nombre de una mujer me delata. Me duele una mujer en todo el cuerpo. (Borges)

27.11.10

Me aburro


Hace tiempo que llevo intentando sacar un rato para escribir sobre los últimos acontecimientos en materia de Igualdad, mejor dicho, en materia de “desigualdad”.

Quizá ya he dejado pasar el momento de hablar sobre la decisión tomada por el Gobierno de Zapatero de incluir (o destruir) el Ministerio de Igualdad que tanto defendimos algunos y algunas, claro. No me cansé de repetir desde los micrófonos de Radio Utopía que cuando los recortes llegan a los Estados lo primero que recibe la tijera son los derechos laborales y sociales. Ahí es donde entramos nosotras. El PSOE ha dado la razón a quienes lo llamaban el Ministerio de “Igual-da”, porque ha dejado de apostar por él, así de simple. No me valen las excusas presentadas por las asociaciones de mujeres vinculadas al Partido Socialista. Hay que dar un paso al frente y reconocer cuándo los tuyos te dejan con el culo al aire. Y esta ha sido una de las ocasiones.

En fin, que me aburro de tener que explicar una y otra vez que hay cosas que no pueden tolerarse. Y de eso va este artículo, de cómo muchas veces es increíble – y aburrido- tener que defender lo obvio.

Las redes sociales nos han dado la posibilidad infinita de convocar y llegar a rincones donde antes solo llegaba el polvo. También han abierto la posibilidad del debate infinito con un margen de un puñado de caracteres. Entrar en esos pequeños – o grandes- foros de participación es ya una cuestión personal que debe gestionar cada ser humano con un ordenador conectado a la red. Yo soy, quiero confesarme, incapaz de resistirme a un comentario machista. Qué le voy a hacer. Supongo que del mismo modo que no me hacen gracia los chistes que hacen referencia a la compra-venta de mujeres y no solo no me río de ellos sino que le digo al aspirante al Club de la Comedia que no me hacen gracia, no puedo evitar hacer click y contestar el aguerrido comentario.

Lo curioso de este asunto es que como el Feminismo y su Teoría Crítica están haciendo mella en la sociedad, ya no está tan bonito que alguien comente en un foro de manera abierta que le parece fatal que su novia se ponga falda corta. O al menos en los que yo me muevo. Los comentarios que suelen producirse son siempre desde un lugar que el “opiniador” define de igualdad. Si le acusáramos de machista se echaría las manos a la cabeza y proclamaría que mentimos. Y sin embargo son “opinadores” que no suelen tener ni idea de lo que hablan pero se ofenden en cuanto contestas. Y se ofenden tanto que desprecian lo que rebates y además, suelen acusarte de radical corta penes.

Bueno, no pasa nada. Ya estoy acostumbrada y quien me conoce puede dar fe de que son muy pocas las veces que he tenido que cortar un órgano genital masculino;-)

Bromas aparte, y enlazando con la celebración del Día Internacional contra la Violencia hacia las mujeres, celebrado el pasado 25 de Noviembre, no pensé yo que tuviera que volver a debatir la pertinencia o no, del término “Maltratador”. Señores y señoras, qué pereza.

De verdad, qué pereza, pero así es. La respuesta del internauta en cuestión decía, a propósito de la campaña “Sácale tarjeta roja al maltratador” que se dejaran de hipocresías y sacaran Tarjeta Roja al MALTRATO. Me sorprende muchísimo y no es la primera vez que lo comento en este blog, la capacidad que tiene una parte los hombres para ofenderse con estas cosas. Otra vez a debatir que todosloshombresnosonmaltratadoresnitodaslasmujeressonunassantas. Me a- bu- rro.

Se le saca tarjeta roja al maltratador porque la violencia hacia las mujeres es violencia hacia la mujer, por el hecho de serlo. Mueren mujeres asesinadas por hombres no por casualidad. No es un hecho aislado, que es lo que se empeñan en no admitir. No hablamos de asesinatos puntuales entre ciudadanos y ciudadanas. Hablamos de una violencia generalizada que deja miles de víctimas en el mundo todos los años y que es fruto de una dominación masculina. Para acabar con ello, o reducirlo, es necesario que asumamos que es así y que visibilicemos el problema. Ser hombre no es ser sinónimo de maltratador, es aburrido repetirlo. Estoy cansada de esa reacción fruto de una fraternidad absurda que se empeña en defender la excepción que confirma la regla. Basta echar un vistazo a las cifras y si tienes algo de interés pasarte por la página de la ONU para entender de qué va el asunto.