En Cuclillas

Hay una esquina por la que no me atrevo a pasar. Ya los ejércitos se cercan, las hordas (...)El nombre de una mujer me delata. Me duele una mujer en todo el cuerpo. (Borges)

7.2.13

Hombre, aquí espéculo tenemos

Hace cosa de un mes acudí a mi doctora de cabecera para que me derivara a ginecología. Me llamó un call center privatizado. Me asignaron un hueco para últimos de febrero. Dos semanas después me llamaron del Hospital y me adelantaron la cita. Me la dieron en el antiguo ambulatorio de Alcobendas. Lo de antiguo pasó a serlo desde que abrieron el Hospital Infanta Sofía. Cerraron un ambulatorio grande y dotado y todos tan contentos. “El Hospital lo centralizará", nos dijeron. Llegué temprano y advertida “no habrá nadie en la entrada, estoy yo sola, sube directamente”. Dos abuelitos esperan, no obstante, como espectros del pasado frente a un mostrador de información oscuro, cerrado y vacío. En la segunda planta aguarda otra chica. Las lamas de las ventanas hacia abajo, las sillas llenas de polvo. Mientras espero mi turno me pregunto si la imagen de un centro abandonado, polvoriento, sin carteles, es el futuro de nuestra sanidad pública. Me pregunto qué será de este centro, ya hecho y olvidado. La posibilidad de que también sea regalado se presenta como una sombra siniestra que de momento ya ha dejado sin luz a la tercera planta. Cuando paso a la consulta, hay dos mujeres. La ginecóloga y la enfermera o la auxiliar. Les cuento a lo que vengo y ponen cara extraña. “Uy, esto aquí no podemos hacértelo”. Ahora la que pongo cara extraña soy yo. “¿Y eso?” pregunto. “Es que aquí solo hacemos tactos mamarios”. La boca se me abre y no soy capaz de reaccionar. Ante mi estupor, ellas intentan buscar una solución. “Hombre-le dice la enfermera a la doctora-aquí espéculo tenemos”. La frase me deja K.O. Vengo a que me vea una ginecóloga y comentan que tienen espéculo como si fuera algo extraordinario. Les digo que si ya han privatizado también el instrumental. Se apuran y me responden que no, que tengo que llamar al Hospital. 


 Salgo algo desesperanzada, la verdad. Además, he pedido permiso en el trabajo. Llamo al Hospital. En el Hospital me dicen que ya he perdido mi cita. Era ésta que me han adelantado y en la que no me han prestado una atención como deberían. Me dicen que debo acudir a mi centro de salud a que me vea de nuevo mi doctora de cabecera y que tramite otro parte a ginecología. Voy a mi centro de salud. Consigo que me vea la doctora de urgencias, tras mucho esfuerzo. La doctora de urgencias alucina. Me hace otro parte. Llamo al call center para ver si el hueco que tenía a últimos de febrero puede conservarse. Me preguntan cuál es mi número de identificación de cita. No tengo. Se lo digo. Me dicen que entonces no me dan cita. Le cuento mi película y le parece de óscar, pero no me da cita. Le digo que tengo el número de identificación de últimos de febrero, que si me la puede conservar. Me responde que aparece en el ordenador, pero que si me la adelantaron probablemente desaparecerá en unos días. Me sorprendo a mí misma preguntando casi a gritos que si en ese hueco aparece mi nombre. Me dice que sí. Le pido que lo conserve. Me dice que no puede porque desaparecerá en unos días. Me pregunto si estoy intentando conseguir una cita en ginecología en la sanidad pública o acceder a la ciudad de Tebas. Me rindo y le digo que gracias y cuelgo. 



Me voy a mi cole medio llorando y sintiéndome derrotada. Mi pareja vuelve al centro de salud y consigue que llamen al call center desde ahí. Tras un rato de discusión, logra un nuevo identificador de cita y por fin puedo conservar ese primer hueco a últimos de febrero. Soy maestra y aunque cotizo a MUFACE –sociedad que creó el Gobierno del PSOE por la cual los funcionarios civiles del Estado no pertenecemos al régimen de la Seguridad Social, o lo que es lo mismo, la entrada de las empresas privadas en el ámbito de la Sanidad Pública- elegí INSALUD porque creo en la Sanidad Pública. Creo que es la mejor, igual que creo que la educación pública es la mejor. Estamos en un proceso de ataque a nuestro sistema sanitario, uno de los más valorados de Europa. Hay una intencionalidad clara. Desprestigiar y privatizar uno de los derechos fundamentales de toda persona. El derecho a una atención sanitaria pública y de calidad. Oía el otro día en unas Jornadas que tras el pelotazo urbanístico llega el pelotazo sanitario. A mí me dejaron hecha polvo, pero creo que ya es hora de que los pelotazos se los devolvamos a ellos en la cara.