En Cuclillas

Hay una esquina por la que no me atrevo a pasar. Ya los ejércitos se cercan, las hordas (...)El nombre de una mujer me delata. Me duele una mujer en todo el cuerpo. (Borges)

27.2.17

De fé y confianza


En 2006 fui a Cuba con un grupo de amigos muy querido. Un día, un chico se nos acercó, habló con nosotros y de repente empezó a formar parte del grupo. Tomamos mucho ron, reímos mucho, bailamos con mucha otra gente. Pasamos horas con él. Al acabar la noche nos acompañó a la casa donde dormíamos, empujó a Rubén y le quitó el bolso.

Grité muchísimo. Me acordé de mi padre, que nos ha educado en un estado de alerta casi permanente ante su propio miedo de que nos pasase algo malo. Sus consignas salieron a borbotones de mi cabeza en forma de un grito casi llanto. Tú grita, que salga la gente, decía siempre mi padre. Y grité socorro muchas veces. Pero lo único que podía pensar de manera constante, era en cómo había podido robarnos alguien con quien habíamos compartido casi un día entero. Cómo podía haber sido tan estúpida de fiarme de alguien que luego solo quería estafarme. Recuerdo especialmente que en varias ocasiones nos dio la mano para atravesar una parte del terreno. Pero él no quería ayudarme. Solo ganar mi confianza.

Hoy me gustaría gritar. Gritar mucho, para ver si se me quita la tristeza. Porque lo que siento hoy es que me han estafado, que me han robado una parte importante de mí, que me han engañado. Siento el mismo estupor que me recorrió el cuerpo cuando vi asombrada cómo asía el bolso, lo sacaba por la cabeza y echaba a correr. Me estaba robando mi confianza y dándome una lección que por lo visto, he vuelto a olvidar, la de que no se puede confiar en la gente.

Hoy a las diez de la mañana los tres concejales de izquierda independiente han dejado sus delegaciones. Han renunciado a ellas. Fue la decisión que votó mayoritariamente la asamblea del partido el jueves 2 de febrero. Y yo me siento triste y engañada.  Abrimos un proceso de participación para presentarse a las Primarias de Izquierda Independiente. Yo avalé a la que hasta el 21 de diciembre era nuestra compañera y nuestra concejala número cuatro. Yo firmé su proceso de entrada.  Ella decide irse del grupo municipal diciendo que se siente muy mal dentro de él. Jamás nos dice nada. Ni siquiera a mí. El problema es que no se va del todo. Se va, pero se queda. Quiere seguir siendo concejala delegada de cultura, seguir dentro del gobierno. A partir de ahora, las personas que la votamos, porque votamos a izquierda independiente, tenemos que hacer un ejercicio de fé y creer que ella sigue representando aquellos ideales por los que se presentó. Ella cree que debemos hacer ese ejercicio de fé, pero de qué manera confías ahora en quién presenta su dimisión sin ni siquiera  avisarlo, cómo estar segura de que sin una asamblea y una organización detrás, ella va a seguir representando los intereses de las personas que la votamos. Son dos posturas irreconciliables. De corazón, le deseo lo mejor en su vida, pero cuánto dolor ha levantado.

Pero hoy, por lo que quiero gritar es porque pienso en lo que le ha costado a Izquierda Independiente estar donde está. En ese trabajo ilusionante, en esos préstamos económicos personales. Un partido local que gana su credibilidad puerta a puerta. Vecino a vecina. Un partido que molesta mucho. Porque a fuerza de trabajo nos hemos hecho indispensables. Y eso al PSOE de siempre, al PSOE rancio y a otro sector de la izquierda, no le gusta. Ya se reunieron antes de las elecciones para no dejarnos entrar en el gobierno, pero el resultado, cuatrocientos votos de diferencia con ellos tan solo, no les dejó opción. Y entrábamos si no estaba Ciudadanos. Supongo que eso no lo perdonaron. Podemos hacer muchas cábalas. La prensa no hace más que preguntar. ¿En qué beneficia esto al PSOE? Bueno, si quedábamos en el gobierno, por arte de magia, éramos uno menos y quizá ellos uno más. Si nos vamos, con ese pacto previo con Cs, no habrá mucho problema. 

Nos vamos por ética política. No por quien nos abandonó pero sigue siendo concejala delegada, sino por quien lo permite.

A quienes dicen que esto es un problema interno de Izquierda Independiente les contesto que sí, es un problema que una concejala se vaya y no renuncie al acta. Pero es un problema del Gobierno cuando se la mantiene dentro de él, en la Delegación de Cultura.  

A quienes nos dicen desde el cariño que teníamos que seguir dentro, explicarles que es imposible sacar adelante proyectos sentados en una mesa donde los socios de gobierno no quieren que estés. Me pregunto qué va a decirnos este PSOE dentro de dos años.

A quienes nos dicen que ponemos los intereses de Izquierda Independiente por delante de los de Sanse, explicarles que esta decisión ha sido muy dura y muy difícil. Y contarles que pasar a la Oposición significa menos poder, menos capacidad de cambio, menos dinero, compañeros que regresan a sus puestos de trabajo y compañeros que van al paro. Hemos pasado por encima de eso porque nos parece que nos votaron para ser fieles a nuestros principios, nos votaron por para trabajar por Sanse, para cambiar Sanse y no para estar en el Gobierno a toda costa, dando igual lo que pasase.

Y a todas esas personas que siguen ahí, gracias. A todas esas amigas, esos amigos, conocidos, simpatizantes, vecinas…todas las personas a las que se ha implicado en la construcción de un Sanse mejor, esas personas que pegaron carteles a nuestro lado, que se colgaron la identificación de interventores, que hicieron bocadillos, que cerraron papeletas en sobres, gracias. Gracias por acompañarnos en un esfuerzo titánico para estar dentro de las instituciones. Gracias por comprender que nos vamos porque no hacemos carrera de la política. Porque entendemos que ser concejal no es un puesto de trabajo, sino una labor temporal de servicio público. Gracias por aplaudir que no nos agarramos a los sillones y que hubiera sido fácil callar y seguir sentados.

Siento una pena inmensa porque los proyectos que planificamos tendrán que seguir esperando, siento una pena inmensa porque mucha gente, durante años, ha trabajado para llegar a poder cambiar algo y de repente, todo ha estallado por los aires. 

El cubano que nos robó, mientras huía, dejó caer los pasaportes y los DNis, y pudimos regresar a España. Se quedó con mi dinero y mi confianza, pero aquel pequeño pueblo del sur de Cuba se volcó en ayudarnos. Buscó días y días, nos ofrecieron agua, cobijo. La policía no encontró nada. Nos explicaron que alguien había debido esconder al estafador en alguna casa.

Tengo el corazón en un puño porque me han robado el bolso y en él iba mi fé en la gente, mi apoyo, mis convicciones. Pero tengo el alma revuelta porque otra vez alguien le ha dado cobijo en una casa.




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