En Cuclillas

Hay una esquina por la que no me atrevo a pasar. Ya los ejércitos se cercan, las hordas (...)El nombre de una mujer me delata. Me duele una mujer en todo el cuerpo. (Borges)

7.10.06

Mujer y República

El 1 de octubre el voto femenino cumplió 75 años.

La República marcó un antes y un después en la historia de los derechos de la Mujer española. Rememoramos la II República y muchos de nosotros y nosotras, nos sentimos orgullosos de que fuera precisamente en esa época cuando nuestro país abría un abanico de libertades y las ponía al servicio del ciudadano. Es fácil recordar lo bueno, pero más fácil aún olvidar lo malo. Durante siglos, el Feminismo ha luchado a gritos por los derechos de la Mujer, siendo censurado por el Patriarcado de múltiples formas. La peor de ellas, la condena al silencio de cada uno de los logros que las mujeres y los hombres feministas han ido arañando a la sociedad patriarcal. Durante la II República se legalizó el aborto, se abolió la prostitución, eso que ahora se quiere legalizar en Cataluña, y que la izquierda ignorante convierte en caballo de batalla, se aprobó el voto femenino. Años después, a nadie se le ocurriría plantear en el Parlamento la conveniencia o no de que la Mujer ejerza su derecho al voto. En 1931, Clara Campoamor tuvo que escuchar objeciones a su propuesta de sufragio universal que mostraban la menstruación como prueba irrefutable de la inestabilidad emocional femenina, incompatible con su derecho a decidir. Ganó la votación –por un puñado de votos- tras un espectacular debate en las Cortes. Fue culpada del éxito de la CEDA, pero no de la victoria de las izquierdas dos años después, y no quisieron que entrara en las listas del Frente Popular. Hoy, el éxito del voto femenino fue de la República. El patriarcado absorbe los logros de la lucha de las mujeres.

Nos recuerda Soledad Gallego cómo nos sorprendemos ante la posición de la izquierda de la España del 31, pero nos proponemos aprobar en Irak, o en Afganistán, bajo la supervisión de las democracias occidentales, Constituciones que discriminen legalmente a las mujeres, a cambio de un acuerdo entre los principales partidos que saque adelante el país.

En 1970, las mujeres podían ser denunciadas y “devueltas” al esposo. Ahora mismo, a nadie se le ocurriría condenar a la mujer que abandona a su marido maltratador. De nuevo se asumen victorias como si no hubieran costado esfuerzo, como si siempre hubieran estado ahí. Pero seguimos riéndonos de Cristina Almeida.

La República propició los derechos de sus ciudadanos, pero sin el Feminismo, a la II República Española se le hubiera escurrido de las manos el Sufragio Universal, como la Revolución Francesa echó a las mujeres de la Asamblea Constituyente a pesar de que habían peleado mano a mano con sus compañeros en las calles de París. Las libertarias, las comunistas, mantuvieron una lucha dentro de sus partidos casi tan encarnizada como la que se libraba en los caminos durante la Guerra Civil, para no ser relegadas a puestos de retaguardia.

La II República supuso un auge de las libertades de la Mujer, pero no fue un gran ente que concedía derechos y obligaciones, sino que detrás había hombres y mujeres, que fueron los que los consiguieron. En la República, la Mujer- el Feminismo- como en todas las etapas de la Historia, debe mantener una doble batalla continua, infinita, sabedora de que aunque gane, el Patriarcado absorberá sus éxitos para hacerlos antiguos, negándole así hasta el placer de saborear sus propias vindicaciones.
V.G.H.