En Cuclillas

Hay una esquina por la que no me atrevo a pasar. Ya los ejércitos se cercan, las hordas (...)El nombre de una mujer me delata. Me duele una mujer en todo el cuerpo. (Borges)

10.9.12

Crónica de una maestra provisional

En 2009 me saqué una plaza de maestra de Primaria en la Comunidad de Madrid. Fue un largo camino y la sensación que tuve al ver mi sobresaliente, curiosamente no fue de alegría, sino de alivio. Me sentí libre, porque no tenía que volver a examinarme, pero también me sentí libre porque había terminado mi etapa de interina, una etapa en la que tú aprovechas para aprender y la Administración simplemente se aprovecha. Pude regresar al centro en el que estaba cuando me saqué la plaza para hacer las Prácticas. Las prácticas duran un año y durante ese año estás en el limbo administrativo. Coordiné un ciclo durante ese año, pero no me dieron puntos, porque no era todavía funcionaria. No pude cobrar el trienio que conseguí de interina, porque ya no era interina. Para que me dijeran esto yo ya había recorrido cuatro puntos cardinales de Madrid, San Sebastián de los Reyes, Alcalá de Henares, Collado-Villalba y la calle Virtruvio, en Madrid. Esperé colas para pedirle a la CAM los papeles que acreditaban que yo había trabajado para la CAM. Así es la administración. Cuando aprobé las prácticas, sentí, de nuevo, una sensación de alivio. Otra meta cumplida. Otro paso hacia la estabilidad laboral. Otro paso que me alejaba –definitivamente creía yo- de actos públicos que duraban cinco horas, de filas interminables en Vitruvio, de la angustia de saberte en manos de alguien que nunca tiene demasiado tiempo para atenderte porque detrás hay otras cientos de personas con las que hablar. Pasé cuatro años en el centro al que llegué de interina, donde hice las prácticas, y donde estuve provisional dos años. Ser provisional significa que aunque sacaste tu plaza, la CAM todavía no te ha dicho dónde. De esta manera accedes a las vacantes que solicitas en un concurso de traslados en el que tienes que poner trescientos colegios cada uno de ellos con unos seis o siete códigos que lo identifiquen. Ha habido años que la Administración no nos ha permitido rellenarlos mediante una aplicación informática. Ha habido años que cientos, miles de maestros y maestras de la Comunidad, han rellenado estos códigos a mano, como cuando mi padre completaba la declaración de la Renta en los 80. Después, si tienes mala suerte o eres de Primaria, como es mi caso, no te dan destino. Así que a los tres o cuatro meses rellenas el mismo papel, en este caso sólo con 80 centros. Esperas tu fila correspondiente para entregarlo y bla bla bla. Así, durante tres años. Y llegamos al 2012, año de la CRISIS con letras mayúsculas, por supuesto. O año que aprovecha el Gobierno del Partido Popular para por fin, destruir la Educación Pública y convertir un derecho fundamental en una posibilidad de negocio. Recorta en todo. Ya no hay becas de comedor, ni de libros, ni hay profesores. En la zona norte de Madrid han suprimido tantas plazas que han tenido que reubicar a maestros y maestras que ya tenían plaza y destino. Les han dado vacantes. Las vacantes son plazas que son de una persona que no está en ese puesto. Puede ser porque esté en un Equipo Directivo o de excedencia, por ejemplo. La ocupación de estas vacantes por los suprimidos, por los desplazados, por todas aquellas personas que estaban en una comisión de servicios realizando trabajos de Compensatoria o de Aulas de Enlace que han sido recortadas de manera drástica, ha provocado que maestros y maestras provisionales sobre todo de Primaria, nos adjudiquen centros en la otra punta de Madrid, o a día de hoy, todavía no tengan centro. Por supuesto de los interinos ni hablamos. Llevo dos semanas concienciándome de que mi trabajo va a estar a una hora de ida de casa y hora y media de vuelta en tren. Cualquiera paga la gasolina. Cuando llego a mi centro, me informan que llevan varios meses reclamando a un profesor que estuvo el año pasado y que hizo una estupenda labor en el colegio. La Administración no ha dado solución y estamos a 3 de septiembre. Me comunican que si estoy dispuesta a cambiar de Dirección de Área (claro que estoy dispuesta) y “renunciar” a esa vacante. Hablan con uno de los mandamases de la DAT para que hable con otro mandamás de la otra DAT y poder realizar el cambio. Me mandan a Vitruvio. Espero a 3 de septiembre una hora de fila de nuevo. A mi lado, interinos de inglés firman el contrato. Por supuesto del 3 de septiembre al 30 de junio. Nada de verano. Yo no sé a qué colegio tengo que ir. La funcionaria que me atiende no sabe nada de lo que me han contado. Salgo de la dirección de área llorando y sintiéndome de nuevo mercancía en manos de personas que no valoran lo que tienen. Al día siguiente seguimos esperando la llamada que confirme que se han hecho los cambios pertinentes. Dos días y nada. Me sigo preguntando cómo es posible que del 25 de julio al 3 de septiembre aparezcan vacantes de repente. ¿Por qué no las tramita la Administración antes? Me consta que las direcciones de los centros hacen las previsiones antes. ¿Por qué esperar a septiembre? ¿Por qué no dejan que vuelva el compañero al centro al que quiere volver y donde hace una gran labor como docente y me dejan a mí hacer lo mismo? Vuelvo a sentirme interina. Es peor ser la última de los primeros que la primera de los últimos. Mañana hay un acto público de Primaria a las cinco de la tarde. Tienen que darme una solución antes de la una, para que me dé tiempo a llegar de una DAT a otra. No sé en qué colegio voy a estar este año, voy a tener sólo dos días antes de que lleguen los niños y las niñas y por supuesto llegaré a un centro sin posibilidad alguna de escoger una clase, de nuevo a lo que quede. Llevo sin dormir dos noches. No me quejo, claro, recordad, tengo trabajo. Pero, ¿Yo no me había sacado una plaza? ¿No éramos los funcionarios unos privilegiados y los maestros el colmo de la abundancia y la alegría? ¿Es que nunca voy a sentir alivio? Virginia Gijón Herrera.

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Ideas y Escaparates

Desde la ventana, oigo la sirena de un cole cercano y me pregunto cómo podemos permitir que sigan recortando en educación. Y no lo digo sólo por aquellos maestros y maestras que no se movilizan porque no se consiguenadayesmuchodinero mientras te enseñan las fotos de su último viaje por Europa, me refiero también a las familias que no oyen, no escuchan o me dicen a la salida del cole “¿Otra vez Huelga?” sin entender que yo que no tengo hijos, pierdo dinero por los suyos. Por los hijos/as de todos y todas. Los que tendremos o vendrán. No entiendo que la mayoría de la población no comprenda que están atacando la mejor de las educaciones porque estamos llegando “demasiados” a la Universidad. Recortan en educación pública mientras regalan nuestro dinero a la Banca, y una parte de la Sociedad no es consciente que están recortando el futuro de niños y niñas concretos, con nombre y apellidos, y el de quienes todavía no han nacido. El futuro de un país. Que sólo una educación Pública llena de recursos y posibilidades, crea una Sociedad pensante, crítica, activa y con capacidad de actuación. Me pregunto si es que quienes son insolidarios no estudiaron en la pública y no recibieron la mejor de las educaciones, o si es que no están orgullosos/as de la educación que recibieron. Desengañaos, treintañeros que os creéis clase media: la mejor educación es la Pública, aunque sea sólo por el proceso de selección del profesorado y porque no trabajamos de cara a un escaparate. Porque yo, cuando hago talleres todo el día, busco en internet recursos, me quedo horas programando, me reúno con el resto del profesorado, no duermo por las noches, invento problemas divertidos, doy abrazos y limpio heridas, enseño a hacer esquemas, atiendo lloros y corrijo expresiones, conecto cables y entrevisto familias, preparo bailes y borro líneas, ato cordones y pego murales, río y lloro, creo grupos de trabajo flexibles y cuadros de modificación de conducta, o peino coletas y muestro reglas de ortografía, no lo hago porque tenga que justificar el dinero que pagan unos clientes-padres/madres. Porque en el folleto del cole donde van sus clientes-hijos/as no pueden vender todo lo que yo hago en la Pública, porque yo CREO en lo que hago. Yo creo en la Educación Pública. Y la fuerza de las ideas vale mucho más que el dinero. Virginia Gijón Herrera. Maestra de la pública.(22 de mayo de 2012)

Al final del tobogán



Sonaba la sirena y corríamos. La oíamos y corríamos sin parar. A la fila para entrar, a la fila para salir, a la fila para jugar. Luego esa impaciencia infantil se pierde sin darnos cuenta y un día suena la sirena pero no corres, porque entiendes que en los márgenes de la vida caben muchos minutos. Cuando tenía ocho años mi hermana y yo pasábamos los veranos en la piscina municipal con nuestro bono de diez baños. Era esa época socialista donde el concepto de municipal no hacía referencia solo a las revistas que ahora buzonean para contar una versión de los hechos, sino que todavía se usaba de manera amplia, redonda, inclusiva. Municipal. Municipal significaba que era de todas las personas y por lo tanto, de todos los bolsillos. Así que mi madre nos levantaba las mañanas de julio y de agosto para disfrutar del verano en la ciudad de la única manera que se podía: en remojo municipal. Allí esperábamos el toque de la sirena un poco alertas, como si entre chapuzón y chapuzón no fuésemos a oírlo y se nos pasase la oportunidad. Sonaba la sirena, corta, alarmante, y corríamos sin parar porque eso significaba que se había abierto el tobogán. Yo quería llegar pronto, de las primeras, porque entonces el pasillo no se había llenado aún de los charcos fríos que se formaban del agua que goteaba de nuestros cuerpos, de las coletas deshechas de tanto tirarse a bomba, de los bañadores arrugados y empapados que iban dejando un reguero de niñez a nuestro paso. El camino hacia el tobogán era estrecho, frío y sombrío. Serpenteaba. Nunca sabías exactamente cuánto te quedaba para llegar al final. Yo intentaba no poner toda la planta del pie en las losetas, no rozarme con las paredes, no quedarme fría en la espera de la visión de la boca del tobogán, que en los fines de semana se hacía eterna. Cuando el socorrista me daba la orden me sentaba y ansiaba la señal definitiva que me indicara que podía impulsarme y volar, volar, volar apenas unos segundos con una mezcla de temor y felicidad absoluta, global e inmediata, que me hacía olvidar el frío y la sombra de la espera mientras me zambullía en el agua caldeada por el sol.
Últimamente creo que vivimos en una espera eterna, larga, fría, húmeda y estrecha que nos ha hecho olvidar que al final del pasillo están el tobogán y el sol. Toca la sirena y corremos. Nos manifestamos y gritamos. Defendemos los derechos sociales y escribimos para recordar que somos personas. Y sin embargo tengo la constante impresión de que cuando lleguemos al final del camino la piscina estará vacía. Virginia Gijón (19/02/2012)

CAMBIOS

Como el 2012 es el año de los cambios, y con suerte el del fin del mundo, de ESTE MUNDO quiero decir, el año donde podemos construir entre todos y todas algo diferente, entonando esa canción casi pasada de moda de "otro mundo es posible", he decidido abrir el blog a otros escritos que no sean solo de caracter feminista. Se me quedan muchas cosas encerradas en facebook y atrapadas en la cabeza. Éste será siempre un blog feminista escrito por una mujer. Allá van unos cuantos textos publicados en otros sitios, por los que a partir de ahora pasaremos de puntillas. Digo ENCUCLILLAS.